jueves, 11 de agosto de 2011

El Libro de los muchachos chinos



[Llegué a la hora pactada. Octavo piso. Calle de nombre de un libertador argentino. Miraflores. Frio de Julio como su nombre de invierno. Julio me esperaba. Yo nervioso subía por el ascensor. Mis gafas negras servían sutilmente para ello. Un abrazo para luego sentarme en ese mueble negro de cuero, whisky en mano. 
Una mirada al unísono perdido. Al ver sus ojos profundos pienso en lo que busco: la utópica belleza en la palabra, el entendimiento y el silencio de escuchar. Escucharlo me hace entender que, contrariamente a lo que fui a buscar, encuentro aquello que negué durante todo este tiempo: la sensualidad, el goce y el acto de la gracia de escribir poesía].
Julio Heredia fue para Juan Gonzalo Rosé el mejor poeta de los años ochenta en el Perú. Luminoso, autodidacta y de un prodigio prematuro. Julio Heredia perteneció y se ensombreció con el movimiento Kloaka. (Su poesía rompe con el discurso imperante de los integrantes de Kloaka que seguían la sinfonía de Hora Zero). Su poesía trasunta por el gusto refinado del goce de la palabra no dicha. La poesía duradera en el destiempo.
[Josué ese amor maduro como la sal perjudicó aquello que yo creía creer: el ciego olor de su cuerpo, la sabiduría que podía destilar mi entendimiento en mi sinrazón. 8. 35 p. m]
El libro de los muchachos chinos (1989) (1995) (2009) es un libro atípico en la literatura peruana. Con un tema sobre China que envuelve los temas como la idiosincrasia, la sabiduría y su cultura; se puede considerar al libro como un entendimiento de lo odisiaco de que puede ser cuando uno busca la felicidad en una utopía de país en desarrollo igualitario y respetuoso de los intereses nacionales y personales. Producto de este no encuentro se produce en el discurso un descontento que va construyendo desde las primeras páginas. El primer motivo es el viaje iniciático, luego su no identificación con el ambiente, el amor del Otro concluyendo con la partida del territorio utópico.
Por ejemplo en el poema “Dragones salen al encuentro” el yo poético se ubica a su llegada en un territorio que desconoce su tradición y lo única en el no lugar de toda esta tradición que el yo poético describe como milenaria: “El curso de muchos días y canales me han traído a la aldea de los peces y dragones”. Es en este lugar que el yo poético se reconstruye como sujeto migrante sin cultura, sin influencia y sin nombre.   
En torno a los poemas dedicados a los jóvenes chinos cumplen una función especial, diferente a lo que se puede entender en una fácil lectura. El cuerpo construido en el poema y mostrado como una fina belleza le proporciona al yo poético aquella sabiduría y felicidad para estabilizar y comprender toda un tipo de razonamiento desordenado y prejuicioso que le ha brindado la China realidad. El joven adolescente Chino Cantones descrito como un fino cuerpo de porcelana es aquel que cumplirá la función de proporcionar esa felicidad esquiva que esperaba el yo poético al arribar a dicho país.
Si bien es cierto que la crítica se ha enfocado en la sensualidad y el tema Homo erótico entre sus versos. Yo puedo asegurar que este parámetro conceptual minimiza la gran humanidad que podemos encontrar en sus páginas. El desconcierto de aquella libertad que no da causa al goce de la sensualidad que el territorio expuesto  niega y señala como indebido para yo poético es el móvil de todo el libro.
Una lectura atenta y revisando mi planteamiento podemos encontrar todo estas directrices y muchas más. Un poema clave  en el poemario es: Tratado de amistad y límites.
Se tiene que entender que los poemas dedicados a los jóvenes Chinos tiene una función especial: hacer entender al lector que sus cuerpos son aquella sabiduría que no encontró en esos nuevos territorios utópicos. Pero contrariamente a lo planteado líneas anteriores la crítica se ha enfocado solo en estos poemas y ha hecho entender al lector que el poemario gira en torno a una teoría Homo erótico.
[Me invitaron a salir de China porque no soportaban aquella libertad que yo erigía como una de las más importantes del ser humano: amar]
El Libro de los muchachos chino se puede emparentar a los discursos de Moro y Eielson pero esta afirmación también seria sesgar ese aspecto humano del reconocimiento y aceptación del otro que poco se ha visto en los discursos hegemónicos del Perú. Julio Heredia ha producido aquellos libros donde uno aprende amar la vida, el cuerpo y la propia escritura.
[Una lagrima obscurece aquel sofá testigo de aquello que amo a la luz de la luna, de todo ese universo que se construye en sus ojos. Apreté su cuerpo al mío y le regale lo único que tenía: un abrazo]
         
Puntuación: Excelente
Presentación: Excelente
Género: Lírico
Leído: 11 de agosto de 2011



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