lunes, 1 de febrero de 2010

Guerra en la penumbra


El año pasado nos dejo algunas consagraciones literarias al nivel internacional. Una de ellas es Daniel Alarcón celebrado por su primera incursión con el libro de cuentos “Guerra en la penumbra” (la edición que voy a comentar es la primera de la editorial Rayo 2005. El mismo libro ha aparecido por la editorial Alfaguara con otro título y la modificación esquemática de los cuentos presentados en esta edición).
Lo curioso de Alarcón, desde el punto de vista personal, es la doble identidad que maneja: nacionalidad peruana de nacimiento pero de formación Norteamericana. Estas características que presentan muchos escritores hoy en día producto de la globalización o el desarraigo por cuestiones sociales, políticas o culturales; son el principal motivos que dichos escritores tengas como tema principal la identificación con una identidad que le es dificultosa. Un ejemplo cercano es Alberto Fuguet en Chile. Es por los motivos mencionados que estos escritores traten muchas veces de construir espacios en torno de cómo ven estos la realidad pero desde una visión foránea. Muchos de ellos por medio de ese espacio tratan de preguntarse sobre una identidad que cada es más esquiva. Yo tengo la idea que los últimos libros de Mario Vargas Llosa tiene el mismo problema de verse desplazado de una realidad como la peruana que cada vez se les hace esquiva y tratan de retratar según su imaginario lo que significa ser peruano o contextualizar su contrición espacial narrativa. Este imaginario solo se puede dar de una sola manera: la indagación minuciosa y periodística de esa realidad que no comprenden, y solo atinan a presentarla de una manera carnavalizada. Esta carnavalización que puede ser distante o muchas veces convertida en una investigación periodística panfletaria de un problema social que tuvo el Perú en los años ochenta y principio de los noventa. Personalmente creo que estos temas se deben tomar con pinzas por el motivo que uno no puede ofrecer una opinión cuando no se tiene una posición clara de lo que paso, ni mucho menos, plasmarlo creativamente y tratar de dar respuestas ¿ficticias? de qué pasó con todos esos peruanos muertos por ideas desenfocadas desde los dos bandos. No puedo retratar una realidad porque me cuentan o porque leo minuciosamente el documento de la verdad. (El señor Peter Elmore mencionó en una entrevista televisiva que el mejor libro literario publicado estos veinte años era el documento de la verdad). No estoy en contra de una documentación histórica para construir un libro, lo que estoy en desacuerdo que estos escritores no tengan una posición política ni de ciudadanos en torno a este problema que costo millones de vidas para el Perú. De todos estos escritores no he visto ninguno solo –me refiero a los publicados por esas grandes editoriales y son los principales libros de cabeceras de aquellos europeos que creen que el Perú es comuna de indígenas de incultos-, proponer un discurso iluminador para explicar lo que pasó aquellos años. Todos los escritores, que me refiero, - y es ridículo mencionarlos por su presencia publicitaria- vieron la lucha popular desde su televisor en un país alejado o en una casa de playa. Por ello no me parece justo que ellos –ahora- se erijan con un discurso dominador y vilipendien aquellos escritores que vivieron y se involucrado en pensamiento –en aquellos años- con el problema que el Perú padecía.
Después de disertar sobre este tema penoso que se ha vuelto el boleto tem´tico de cualquier escritor. Mencionaré que los cuentos que presenta Alarcón tiene el mismo problema de identificación con un territorio que le es irreconocible. Menciono que en el primer cuento –que se evita el nombre del país porque desconoce su fisonomía territorial- tiene el grueso error de no poder construir el espacio andino que claramente se identifica con la descripción; “Tenía catorce años cuando la laguna se desbordó de nuevo. Se encontraba arriba en los cerros, en la afueras de los barrios….Cuando ocurrió, la correntada bajo por la avenida, tornó el pavimento reluciente y arrastrando basura, piedras y barro a lo largo de toda la ciudad, siguió en dirección al mar” En muchos de sus cuentos sufre de estas apreciaciones. Por tal razón, muchas de las veces no se presentan el nombre del ambiente que se construye en cuento. Adjunto que dos cuentos presentan estas deficiencias.
Un cuento celebrado de este libro es “Ciudad de payasos”. Mencionaré algunos puntos de una lectura atenta de construcción. En este cuento hay dos cosas positivas: la primera que no hay solo una guerra externa sino una guerra interna en el personaje – en todos sus personajes posee estas características-, y el segundo punto es la mascarilla como método a autodescubriendo de lo que somos ahora. Esta pregunta que todos los personajes se cuestionan en la mayoría de los cuentos es lo más importante en Alarcón. Este reportero que trata de carnavalizar sus acciones para comprende la ciudad que desconoce, su familia disfuncional, sus amigos conocidos/desconocidos; es la búsqueda incesante de lo que somos hoy en día. Pero también hay un cuestionamiento que salta al leer su libro: qué entiende por ser peruano, de ser limeño: “Me dieron ganas de llorar por este pobre payaso, este patético espécimen del limeñismo”. El reportero se convierte en aquel payaso decrépito y patético que tanto se mofa y es por este medio que el descubre aquella identidad familiar que trata de no aceptar. Hay algo que no he podido comprender cabalmente y lo que preguntaba al inicio que entiende Alarcón de ser limeño o qué es Lima para él. En tres cuento menciona la analogía Lima = circo, Payano = limeño. “Lima: esa densidad, ese ruido, ese circo”
No quiero restar la calidad literaria que tiene Alarcón a pesar de las deficiencias ya expuestas. Muy al contrario son pocos los libros de jóvenes narradores que puedan manipular tan acertadamente la trama y porque construir un discurso tan variado en ambiente pero tan homogéneo en el tema tratado: esa luchas internas de qué somos en estos tiempos donde todo es confusión y levedad. Quiero mencionar personalmente dos cuento de gran factura literaria –no contextual que discrepo-: “Guerra en la penumbra” y “Un muerto fuerte”.

Puntuación: Buena
Presentación: Buena
Género: Narrativo
Leído: 22 de Enero de 2010

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